lunes, 19 de febrero de 2007

¿Cazas Sukhoi sobre Campeche?

La Marina Armada de México reconoció oficialmente que negocia con la empresa rusa Rosoboronexport la compra de los aviones supersónicos de combate Sukhoi. Estas negociaciones podrían acelerarse si el Congreso aprueba una partida de 450 millones de dolares ante el riesgo de terrorismo sobre las instalaciones petroleras en el país.

Los modelos considerados en las pláticas son variantes del caza Su-27 con capacidad para cubrir el espacio aéreo mexicano en un solo vuelo y con misiles de combate aéreo que pueden derribar aeronaves de cualquier tamaño a una distancia de 100 kilómetros, ya sea en vuelo rasante o altitudes de 60 mil pies. Su30MK, éste con capacidades adicionales para el bombardeo de precisión a tierra. Un Su-27, de segunda mano, puede costar unos 10 o 12 millones de dólares, pero esta opción, la más económica, depende para concretarse de que Rosoboronexport tenga existencia de aviones entregados por alguno de sus clientes, el ejército ruso seguramente.
Un Su-27 en existencia, pero con equipo de combate modernizado, puede llegar a alcanzar los 15 millones de dólares, dependiendo del radar con el que cuente y el armamento que pueda portar. La opción de lujo, también especificada en la respuesta de la Marina a la solicitud de acceso a la información, es el Su-30MK, con capacidad para realizar ataques de precisión a tierra, abatir todo tipo de aeronaves de día y de noche, pero que cuesta unos 30 millones de dólares.
Un grupo operativo debe constar de entre 4 y 6 aviones al menos para la cobertura de un territorio como el mexicano. La configuración del equipo mexicano, según indica el informe final de 2006 de la Marina, sería posiblemente el de cinco aviones Su-27 modernizados y un solo Su-30MK.
Hasta ahora habían surgido versiones no oficiales de que la Armada pretendía comprar este tipo de aviones o los suecos Grippen, siempre bajo el argumento de la protección a las instalaciones petroleras de la Sonda de Campeche.
La Marina no menciona en su respuesta a la compañía sueca y la adquisición de aviones Sukhoi implicaría que la exclusiva tarea de cubrir la Sonda de Campeche resultaría muy pequeña para la capacidad del aparato. Los dos modelos considerados son capaces de combatir a 3 mil 500 kilómetros de su base de operación (más de la distancia lineal entre la Ciudad de México y cualquier punto del país), pueden volar a dos mil 200 kilómetros por hora y tarda un par de minutos en alcanzar una altitud de 15 mil metros y detectar una aeronave que se encuentre a 250 kilometros de distancia.
El nombre final del Sukhoi mexicano podría ser Su-30MKX o Su-30MKM, pues la última letra es designada por la empresa para especificar al avión con el país comprador. Su base podría ser la terminal aeronaval de Las Bajadas o en nuevas instalaciones aereas de Canticas, ambas en el estado costero de Veracruz.
El otro comprador latinoamericano de este tipo de aparatos es la aviación venezolana comandada por Hugo Chávez la cual exhibio dos de estos cazabombarderos en un reciente desfile militar.
La producción de estos aviones comenzó en los años 80 bajo el auspicio de la entonces Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas y compite con otros aviones en Latinoamérica: el F-16 (Venezuela y Chile), que es mucho menos potente y el Mig 29 (Perú), también de fa-bricación rusa, que es un caza más pequeño. Es el cazabombardero más ágil en su tipo, superado sólo por aviones de nueva generación que aún no entran plenamente en servicio.
El Su-27 es un avión monoplaza, en tanto que el Su-30 es de doble cabina, la primera para el piloto y la segunda, alineada atrás, para el operador de armamento. Eventualmente útil para México es la capacidad de cargar armas aire-mar, lo que permitiría atacar cualquier embarcación hostil. La compra de varios Su-27 y un Su-30 obedece a que este último aparato puede operar como comandante de los demás, agrupar las computadoras de abordo y asignar blancos automáticamente a cada piloto.

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